La obsesión de Joaquín Restrepo con el arte lo convirtió en un cazador de artistas colombianos. A los trece años, cuando reemplazó los cuentos infantiles por una enciclopedia Salvat de arte, que todavía conserva, elaboró un listado de artistas nacionales que tenía que conocer. Este fue el método de persecución que aplicó desde los 13 hasta los 18 años. Cuando salía del colegio, su tarea era visitar algunas galerías, llamar y buscar a sus presas. Fue así como en su adolescencia logró tener como maestra a Débora Arango y en su juventud a David Manzur. Joaquín, a sus 26 años, expone sus esculturas en la Feria de Arte de Shanghái, una de las más importantes de Asia, al lado de Fernando Botero, y donde será visto por más de 150 mil visitantes.
El primer contacto de Joaquín con el arte fue en un viaje a Italia. Allí tuvo la oportunidad de recorrer algunos centros históricos, pero las imágenes que se quedaron en su memoria fueron las esculturas de Miguel Ángel y las obras del pintor del renacimiento Giotto que decoraban la Basílica de San Francisco de Asís. A su regreso al país tomó la decisión de involucrarse con el arte. Comenzó a frecuentar galerías y fue allí donde se hizo amigo de los propietarios, quienes con el tiempo le ayudaron a contactar artistas que le permitían ver las obras de arte que estaban en las bodegas. Para la misma época viajo a distintas ciudades a conocer artistas como Ramírez Villamizar, María de la Paz Jaramillo, Óscar Rayo y Enrique Grau.
Joaquín Restrepo en compañía del artista David Manzur y del ex presidente Belisario Betancourt.
Pero el plan de Joaquín seguía en pie. El primer dato que consiguió fue el teléfono de la casa de Débora Arango. Habló con la hermana y le contó sobre su interés de conocerla. Fue así como se convirtió en su alumno durante un año. Débora le enseñó a pintar al óleo. El mejor recuerdo que tiene Joaquín de ella es la última obra que pintaron juntos, la imagen de una monja que hoy reposa en la casa de Débora.
Su siguiente presa fue David Manzur. Se conocieron en Medellín cuando Joaquín tenía 15 años, pero sólo tres años después lo recibió en su taller después de muchas discusiones. Manzur le decía que su taller ya estaba cerrado, pero para el joven esto era imposible. La primera clase fue de observación, el pintor le dio unos binóculos para que viera desde un segundo piso la manera como pintaba un cuadro de San Sebastián. Así duró más de cuatro horas.
Aunque ese día Manzur le confesó que había pintado como nunca, le pidió que no volviera. Así fueron los dos primeros años de siete de aprendizaje, cada viernes lo echaba de su taller. Pero la única persona que lograba convencer a Manzur para que dejara volver a Joaquín era Dalita Navarro, la esposa del ex presidente Belisario Betancourt, quien también tomaba clases. Dalita es su maestra de cerámica en la actualidad.
Joaquín luego de involucrarse con la joyería y la pintura llegó a la escultura.
Hasta hoy Joaquín desconoce la razón de por qué fue invitado a la Feria de Arte de Shanghái. Sólo sabe que estará rodeado de galerías de arte moderno y contemporáneo, provenientes de Alemania, Australia y Canadá. Además, 150 mil visitantes verán dos de sus obras en bronce, en medio de una selección de artistas jóvenes. Tal vez, allí este artista paisa entrará a las páginas de una enciclopedia.